sábado, 28 de abril de 2018

LEYENDO ´IMPÓN TU SUERTE´, DE ENRIQUE VILA-MATAS



LEYENDO IMPÓN TU SUERTE...






Impón tu suerte, Enrique Vila-Matas.
Editorial Círculo de Tiza. Marzo 2018.-



EL LIMPIABOTAS DE PETER HANDKE



Vi de pronto, mientras paseaba, a un limpiabotas en el parque. Sentado sobre su viejo taburete de madera y de patas muy cortas, cepillaba los zapatos de un turista. Me detuve un rato a contemplarlo como quien se detiene a mirar una escena extinguida, propia de un tiempo pasado. La infancia se me echó enseguida encima y, por alguna asociación de ideas, me vino a la mente el maravilloso anciano limpiabotas de un cuento que escribió Peter Handke. La visión del hombre limpiando el calzado del extranjero me produjo el mismo efecto que ese relato cuando lo leí en el libro Una vez más para Ticídides.

Con cuánta meticulosidad limpiaba el limpiabotas del cuento los botines de su cliente. De forma lenta comenzó a desempolvarlos, uno a uno y parte a parte, manejando con suavidad y firmeza su cepillo curvo. Los pies, el empeine, las puntas de los dedos parecían agradecer el trabajo. Luego sacó un paño y embadurnó con betún, despacio y a fondo, tal y como procedía también el limpiabotas del parque, los botines. En su lata quedaba solo una pequeña masa negra, pero se las ingenió para que le alcanzase. Aplicó cada copo con extremo cuidado.
Cuando el limpiabotas del parque comenzó a sacarle brillo a los zapatos con un nuevo cepillo proseguí la caminata, todavía cautivada por el recuerdo de los botines que el limpiabotas del cuento dejó resplandecientes. Relucían como nunca antes, después de haberles pasado un cepillo de abrillantar y, finalmente, un paño. Era el único calzado que su dueño, radiante de felicidad, se pondría hasta desgastarlo. Entonces sentí estar viviendo una experiencia de sintonía con la raza humana. La lentitud, el esmero, la durabilidad y el amor en la demora adquirían significado. Regresé, gracias al limpiabotas y su arte, a momentos que en la actualidad se suponen carentes de acontecimientos. ¿O acaso vivir hoy no es casi siempre hacer que las horas pasen en lugar de prolongar el tiempo dando una vida insustituible a cada instante?


FUENTE: EL QUINQUÉ. LA PROVINCIA-DIARIO DE LAS PALMAS

jueves, 19 de abril de 2018

ESCRITORES JÓVENES


                                                    


 Para ser escritor no se precisa sacar un título. No hay puerta por donde se entre a la escritura, como no existe ninguna que dé entrada a la vida. Escribir no convierte, sin embargo, en escritor a la persona que escribe. Tampoco la práctica de la escritura, aunque se prolongase en el tiempo y obtuviera un reconocimiento público, concede al individuo un grado de veteranía ventajosa. Se sabe de escritores cuya obra es de pésima calidad y, no obstante, gozan de un éxito mediático solo explicable en el contexto del actual mercado.

 Hoy pierde valor la idea de la literatura como excelencia y prevalece el desprecio por la lectura literaria. No resulta extraño, puesto que el libro se considera un producto más de mero entretenimiento. Al alcance de todos, se socializa en igual medida en que se degrada. De ahí, entre otros factores, la necesidad de profundizar en el debate abierto sobre la banalización de la ficción literaria.

Concurre hoy una variante de ese debate que no es ajena a la literatura y, sin embargo, parece carecer de interlocutores claros en el ámbito literario. Afecta a un alto número de excelentes escritores jóvenes que no consiguen publicar. Incluso muchos escritores consagrados gracias a la grandeza de sus obras suelen intervenir poco o nada en el tema. El panorama no puede ser más desolador: la dificultad de encontrar una editorial, el ánimo de lucro encubierto de editoriales que publican manuscritos a precio de oro y ni siquiera colaboran en la posterior distribución de los libros, concursos literarios manipulados por camarillas, amiguismo y exclusiones sectarias, ausencia de promoción y uso de zancadillas, toma de decisiones por parte de personajes no pertenecientes al espacio literario y silencio
de los medios…

No vale decir que si una obra es buena termina viendo la luz. Mentira. Me parece, además, una impostura suponer que los escritores jóvenes que no logran publicar deben contentarse con el ejercicio de la escritura, casi tan sagrada para su vida como el hecho de respirar.