sábado, 17 de febrero de 2018

ÉRASE UNA VEZ



                                                           
En un relato de Clarice Lispector, titulado Érase una vez, le preguntan a la protagonista qué es lo que realmente querría escribir. Tal vez le hicieran en alguna ocasión la misma pregunta a la escritora brasileña y ella escribió ese texto narrativo, ilustrador de sus ideas sobre la creación literaria. Ya se sabe, los escritores suelen inventar un autor a la medida de sus gustos. La protagonista de su relato contesta que le gustaría escribir, si fuese posible, una historia que comenzara así: “Érase una vez…” Los demás piensan en los niños como únicos destinatarios de su historia. Ella, sin embargo, comenta que la escribiría para los adultos.

No ha olvidado aquellos primeros relatos suyos, escritos a sus siete años, que empezaban todos con “Érase una vez.” Los remitía a una página infantil que publicaba semanalmente el periódico de una ciudad brasileña. Envió un buen número de historias, pero ninguna vio la luz. Es fácil saber, explica, por qué no fueron publicadas. No contaban exactamente una historia con los hechos que una historia requiere, dice, a mi parecer con cierta ironía. “Yo leía las que publicaban y todas contaban un acontecimiento”, añade. Sus relatos, sin embargo, no eran historias lineales al uso, con una secuencia argumental lógica. Se sobreentiende, si se ha leído la singular obra de Clarice Lispector. Una escritora que en su escritura luchó a brazo partido contra cualquier intento de encorsetar la realidad y cuestionó la pretensión de domesticar la vida para volverla familiar.

La protagonista del relato de Clarice Lispector es muy tozuda. Desde su infancia ha cambiado tanto, dice, que ya se cree capaz de escribir el verdadero “Érase una vez”. Decide entonces ponerse en marcha y se sienta a escribirlo. Siente que será simple. Lo empieza, pero nada más escribir la primera frase se da cuenta enseguida de que aún le es imposible. Ha escrito: “Érase una vez un pájaro, Dios mío.”


(Artículo inspirado en TIEMPO DE RETROCESO, Café Perec de Enrique
Vila-Matas en El País)









viernes, 9 de febrero de 2018

GARBANZOS NEGROS




La normalidad goza de una salud excelente. Campa a sus anchas y no necesita dotarse de argumentos para defender la permanencia en su reinado. Tampoco se ve obligada a justificar su manera de proceder en ningún momento y bajo ninguna circunstancia. Se mueve por doquier con total espontaneidad. Tiene tanto arraigo entre los habitantes que carece de miedo a ser destronada. Dispone de múltiples vías para expresarse libremente. Sin embargo, siente predilección por sus portavoces más campechanos: personas corrientes. Son ellas sus verdaderos guardianes. Se juntan, conversan, se divierten y se estremecen. Actúan de una manera muy natural, de acuerdo a la lógica aplastante de la normalidad: una lógica sustentada en sobrentendidos. Dan entonces por descontado que las cosas son como son y punto, porque sí.

Hablan de asuntos que conoce, así lo creen, el común de los mortales. Si un individuo relata cualquier suceso, otros contestan con uno similar relacionado con dicho acontecimiento. Emiten, mientras tanto, juicios indiscutibles, evidentes. Se da por supuesto que no hay que aclarar nada.  Cualquiera sabe, cómo no, de qué se habla. Junto a ellos reina, vestida con su manto dorado, la normalidad. Ella desconoce, sin embargo, que cuando la gente se reúne aparecen garbanzos negros entre los anaranjados. Nada sabe de los pensamientos que danzan en la trastienda de la cabeza. ¿O acaso no existen seres no normales como el narrador de Carta breve para un largo adiós, novela de Peter Handke? Harto de oír una y otra vez las mismas cosas, a este narrador le extrañó que nadie de su grupo se plantease la posibilidad de que él no estuviera de acuerdo con las ideas de los demás. “Me contaban siempre las historias más idiotas con tanta tranquilidad como si les resultara imposible imaginar que yo pudiera escucharlas de otra manera que no fuera en calidad de cómplice”, dice en el libro.




FUENTE: EL QUINQUÉ. LA PROVINCIA-DIARIO DE LAS PALMAS.