miércoles, 29 de junio de 2016

`LEY MATINAL´, DE ISABEL MORENO GARCÍA




En Ley matinal, colección de ficciones breves  y cóncavas, se celebra la temporal eternidad encerrada en cada instante. La mirada del yo narrativo múltiple de este libro parece demorarse con amor en la contemplación, así como en el homenaje a la amistad, los encuentros amorosos, la belleza, el arte y la literatura. Los objetos y la naturaleza hablan su propia lengua, tan parecida a la de los pájaros.
Ajena a toda afectación, la narrativa poética bellamente austera de Isabel Moreno se desliza sin hacer ruido por pasajes de la realidad y vivencias, que, repensados de otro modo, cobran nuevos sentidos.



                                              

                                              



Ley matinal. Isabel Moreno García. Editorial Plaza y Valdés. Madrid, 2016.

SENTIDO DE LA POSIBILIDAD


Tardewski es un personaje de la novela Respiración artificial  escrita por Ricardo Piglia. En un momento determinado del libro le cuenta a su interlocutor Renzi una historia tan sencilla como fascinante. Estuvo una vez internado en un hospital, dice. Inmóvil, sin poder valerse de su cuerpo, le acompañaban en una gran sala blanca y echados en una hilera de camas otros inválidos. Sometido al tedio, a la monotonía y a la introspección, se sentía como en una cárcel. Una sola ventana había al fondo donde Guy, uno de los tantos enfermos, tuvo la suerte de yacer en esa parte del cuarto. Desde allí, incorporándose un poco, podía mirar hacia afuera, ver la calle. Era el único que tenía acceso a un mundo distinto al desolado espacio entre aquellas cuatro paredes que habitaban. Se aferraba con desesperación a lo que veía, mientras se lo contaba a los demás enfermos. Una plaza, agua, palomas, gente que pasa… Un verdadero espectáculo. Los enfermos detestaban a Guy por ser un privilegiado. Soñaban con su muerte para poder sustituirle.

Llegó el día en que murió y Tardewski consiguió, tras complicadas maniobras y sobornos, ocupar el sitio anhelado al final de la sala. Descubrió de pronto que desde la ventana solo se alcanzaba a ver un muro gris y un fragmento de cielo sucio. Nada más. Sin embargo, también él comenzó a contarle al resto de enfermos sobre la plaza, el agua, las palomas y el movimiento de la gente en la calle. Eso le confiesa a su interlocutor Renzi, quien lo interrumpe con su risa. A la pregunta de por qué se ríe responde este que el relato que ha escuchado le parece una versión de la caverna de Platón. Cómo no, le dice Tardewski, “sirve para probar que en cualquier lado se pueden encontrar aventuras.” Inventarlas, pienso yo después de leer la historia. Al fin y al cabo, en la vida ocurre todo aquello que seamos capaces de imaginar.

FUENTE: EL QUINQUÉ. LA PROVINCIA-DIARIO DE LAS PALMAS.


miércoles, 15 de junio de 2016

LA PACIENCIA DEL GRITO

                                                         Imagen de Pedro Guerra



Resulta inimaginable el momento en que los familiares y amigos de los refugiados reciben la noticia de un nuevo naufragio. Sus seres queridos, a veces una familia completa, se vieron  obligados a embarcarse. Ellos han quedado atrás, pero esperan que los huidos del hambre y de la guerra –de una muerte segura– todavía puedan salvarse.
 
Se enteran del hundimiento de un barco, otra vez un barco con seiscientos o setecientos refugiados, y es probable que intenten alejar de la mente la posibilidad de haber perdido a los suyos en el mar. Saben de la paciencia del grito antes de estallar, acostumbrados como están a mantenerse en vilo cuando se anuncia la zozobra de un nuevo barco. Sin embargo, la incertidumbre mata y el autoengaño parece funcionar solo como paliativo de un sufrimiento inevitable. ¿Acaso la espera en tales circunstancias no se vuelve desesperante?

Durante ese trecho que va de la noticia del naufragio al conocimiento de la verdad –si es que llegan a saberse todos los nombres de los muertos–, parece también probable que les asalte un único sentimiento, indefinible, en el que se confunden el pánico, la esperanza y el dolor.

En la lista de ahogados figuran de pronto los nombres de sus seres queridos y la nada se eleva del naufragio. A la perpleja incredulidad le sucede el grito de desgarro. Después, más pronto o más tarde, la ineludible aceptación de sus pérdidas. Con ella se divide entonces aquel único sentimiento. Ya no hay lugar para la esperanza y el pánico deja de tener sentido. Queda el dolor a secas y su mordida en un duelo muy largo, sufrido a título personal.

Mientras tanto, el mar seguirá trayendo relatos y leyendas fascinantes. Obras de arte, como un posible lienzo sobrecogedor inspirado en la tragedia de esos barcos. Expuesto el cuadro en la sala de algún célebre museo, será contemplado en detalle por miles de visitantes. Hombres y mujeres, indiferentes al calvario que viven los refugiados, que se emocionan con la inquietante belleza del arte.

FUENTE: EL QUINQUÉ. LA PROVINCIA-DIARIO DE LAS PALMAS.




lunes, 13 de junio de 2016

`DIME QUIÉN FUI´: SENECTUD Y LITERATURA. POR YOLANDA IZARD.












           


















































Reseña sobre Dime quién fui de Yolanda Izard en el  suplemento cultural de "El norte de Castilla".
11 de junio de 2016.



domingo, 5 de junio de 2016

`PASOS´. ISABEL MORENO GARCÍA.






  Pasos. Isabel Moreno García. Editorial Plaza y Valdés. Madrid, 2013.-

Colección de ficciones cortas y sugerentes, que, como diría de sus propios relatos breves Yasunari Kawabata, "caben en la palma de una mano." Narrativa poética concisa en la que refulge en todo su esplendor la fugacidad del instante.