sábado, 12 de noviembre de 2016

MOVER MONTAÑAS



Adoro la expresión “autobiografía disfrazada de autobiografía”. La leí en La última posada, que Imre Kertész considera su diario de muerte. Me cautivó de inmediato por la ironía que encierra. También porque el resultado de su libro es una muestra de la falsa disyuntiva entre ficción y eso que se conoce con el burdo término de “no ficción” cuando se habla de literatura.

Me vino de nuevo a la mente la expresión de Kertész mientras leía Noches insomnes, de Elizabeth Hardwick. En esta novela, destructora de géneros literarios, lo ficticio y lo vivido se permean entre sí de manera constante. Su narradora tiene rasgos notorios de Elizabeth Hardwick. Ambas comparten el mismo lugar de nacimiento y múltiples amigos, trayectorias vitales y experiencias. Pero todo se manifiesta en su novela como atisbo. Lo que se cuenta parece ideado para ir desviando a los lectores del rastro y revelar. Se hace uso de la propia vida, pero de un modo oblicuo. El yo que habla son los otros. Noches insomnes es, por tanto, una prueba más del carácter ilusorio de la distinción en literatura entre ficción y no ficción. Los escritores cuentan inventando e inventan contando. En cualquier caso, ¿acaso vivir no es también crear una ficción? Ninguna necesidad, entonces, de ocultar un mundo bajo el disfraz de otro distinto. Lo que vale es la calidad literaria. El estilo, capaz de mover montañas.

La narrativa o mueve montañas o es aburrida, dijo David Foster Wallace. Sus palabras se las inspiró el señor Shulman, un anciano de una residencia de mayores donde el escritor pasó un largo verano como voluntario. Allí le leía la Divina Comedia al señor Shulman. Un día le preguntó de dónde era y él respondió: “De justo al este de aquí, de las Rocosas.” El escritor quiso corregirle: “Señor Shulman, las Rocosas están al oeste de aquí”. El anciano hizo un voilá con las manos y dijo: “Muevo montañas.” Foster Wallace se quedó con esa expresión y si se le preguntaba sobre el posible contenido autobiográfico de su obra, sabía la respuesta: “La narrativa o mueve montañas o se sienta sobre su propio culo.”

 


FUENTE: EL QUINQUÉ. LA PROVINCIA-DIARIO DE LAS PALMAS.

 

Imagen de Pedro Guerra.